Invitacion

* Si deseas acompañarnos al 50.o Congreso Eucarístico Internacional a celebrarse del 10 al 17 de Junio de 2012 en la ciudad de Dublin, Irlanda, puedes enviarnos tu información a nuestro correo: jalop311@gmail.com

* MISIÓN EUCARÍSTICA - Si quieres conocer mas sobre la Mision Eucarística y como colaborar en ella, formándote y llevando a cabo un apostolado eucarístico concreto y urgentemente necesario en la Iglesia. Nos reunimos cada sábado en el centro eucarístico en el Sector Vista Alegre. Comunícate y entrevistate conmigo, Rev. Padre José Lopez Vega.



* SANTO DEL DÍA !!!

miércoles, 31 de agosto de 2011

Homilía Agosto 31, 2011


Miércoles, Semana 22, Tiempo ordinario I (Ago 31)
Evangelio: San Lucas 4:38-44
En saliendo de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre; y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles.  A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.  Al hacerse de día salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando hasta él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado.» E iba predicando por las sinagogas de Judea. 

martes, 30 de agosto de 2011

Homilía Agosto 30, 2011


Martes, Semana 22, Tiempo ordinario I (Ago 30)
Evangelio: San Lucas 4:31-37
Bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo y se puso a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate y sal de él.» Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen.» Y su fama se extendió por todos los lugares de la región. 

lunes, 29 de agosto de 2011

Homilía Agosto 29, 2011


Decapitación de S. Juan Bautista, Ago 29
Lunes, Semana 22, Tiempo ordinario I
Evangelio: San Marcos 6:17-29
Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.» Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.» Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.» El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura. 

domingo, 28 de agosto de 2011

Homilía Agosto 28, 2011


Domingo, Semana 22, Tiempo ordinario A (Ago 28)
Evangelio: San Mateo 16:21-27
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!  Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? «Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.

Divino Niño

sábado, 27 de agosto de 2011

Evangelio de Hoy

S. Mónica, Ago 27
Sábado, Semana 21, Tiempo ordinario I
Evangelio: San Mateo 25:14-30

«Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: `Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.' Su señor le dijo: `¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.' Llegándose también el de los dos talentos dijo: `Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.' Su señor le dijo: `¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.' Llegándose también el que había recibido un talento dijo: `Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.' Mas su señor le respondió: `Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, el talento y dádselo al que tiene los diez talentos Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y al siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.'

viernes, 26 de agosto de 2011

Homilía Agosto 26, 2011



Viernes, Semana 21, Tiempo ordinario I (Ago 26)
Evangelio: San Mateo 25:1-13
«Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: `¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!' Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: `Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.' Pero las prudentes replicaron: `No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.' Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: `¡Señor, señor, ábrenos!' Pero él respondió: `En verdad os digo que no os conozco.' Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora. 

jueves, 25 de agosto de 2011

Homilía Agosto 25, 2011


St. Teresa of Jesus Jornet e Ibars, Ago 25
Jueves, Semana 21, Tiempo ordinario I
Evangelio: San Mateo 24:42-51
«Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.  «¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: `Mi señor tarda', y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 
Visita al Señor........

martes, 23 de agosto de 2011

Homilía Agosto 23, 2011


S. Rosa de Lima, virgen, Ago 23
Martes, Semana 21, Tiempo ordinario I
Evangelio: San Mateo 23:23-26
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!

lunes, 22 de agosto de 2011

Homilía del Papa en la misa de clausura de la JMJ 2011

El Papa a los jóvenes en la Santa Misa de la JMJ2011 en Cuatro Vientos Madrid. 21 agosto 2011
Queridos jóvenes:

Con la celebración de la Eucaristía llegamos al momento culminante de esta Jornada Mundial de la Juventud. Al veros aquí, venidos en gran número de todas partes, mi corazón se llena de gozo pensando en el afecto especial con el que Jesús os mira. Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos (cf. Jn 15,15). Él viene a vuestro encuentro y desea acompañaros en vuestro camino, para abriros las puertas de una vida plena, y haceros partícipes de su relación íntima con el Padre. Nosotros, por nuestra parte, conscientes de la grandeza de su amor, deseamos corresponder con toda generosidad a esta muestra de predilección con el propósito de compartir también con los demás la alegría que hemos recibido.




Ciertamente, son muchos en la actualidad los que se sienten atraídos por la figura de Cristo y desean conocerlo mejor.

Perciben que Él es la respuesta a muchas de sus inquietudes personales. Pero, ¿quién es Él realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver conmigo hoy?

En el evangelio que hemos escuchado (cf. Mt 16, 13-20), vemos representados como dos modos distintos de conocer a Cristo. El primero consistiría en un conocimiento externo, caracterizado por la opinión corriente. A la pregunta de Jesús:

«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», los discípulos responden: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Es decir, se considera a Cristo como un personaje religioso más de los ya conocidos. Después, dirigiéndose personalmente a los discípulos, Jesús les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Pedro responde con lo que es la primera confesión de fe: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». La fe va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad.

Pero la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo. Así, la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», en el fondo está impulsando a los discípulos a tomar una decisión personal en relación a Él. Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él. También Pedro y los demás apóstoles tuvieron que avanzar por este camino, hasta que el encuentro con el Señor resucitado les abrió los ojos a una fe plena.

Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.

En su respuesta a la confesión de Pedro, Jesús habla de la Iglesia: «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». ¿Qué significa esto? Jesús construye la Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro, que confiesa la divinidad de Cristo. Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1Co 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza.

Queridos jóvenes, permitidme que, como Sucesor de Pedro, os invite a fortalecer esta fe que se nos ha transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida. Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.

Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios.

De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás.

Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios. Pienso que vuestra presencia aquí, jóvenes venidos de los cinco continentes, es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). También a vosotros os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios.

Queridos jóvenes, rezo por vosotros con todo el afecto de mi corazón. Os encomiendo a la Virgen María, para que ella os acompañe siempre con su intercesión maternal y os enseñe la fidelidad a la Palabra de Dios. Os pido también que recéis por el Papa, para que, como Sucesor de Pedro, pueda seguir confirmando a sus hermanos en la fe. Que todos en la Iglesia, pastores y fieles, nos acerquemos cada día más al Señor, para que crezcamos en santidad de vida y demos así un testimonio eficaz de que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios, el Salvador de todos los hombres y la fuente viva de su esperanza. Amén.

domingo, 21 de agosto de 2011

Homilía Agosto 21, 2011

Domingo, Semana 21, Tiempo ordinario A (Ago 21)
Evangelio: San Mateo 16:13-20
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas.» Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.» Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.

sábado, 20 de agosto de 2011

Palabras de Benedicto XVI anunciando la declaración de San Juán de Ávila, Doctor de la Iglesia

Queridos amigos, os preparáis para ser apóstoles con Cristo y como Cristo, para ser compañeros de viaje y servidores de los hombres. ¿Cómo vivir estos años de preparación? Ante todo, deben ser años de silencio interior, de permanente oración, de constante estudio y de inserción paulatina en las acciones y estructuras pastorales de la Iglesia. Iglesia que es comunidad e institución, familia y misión, creación de Cristo por su Santo Espíritu y a la vez resultado de quienes la conformamos con nuestra santidad y con nuestros pecados. Así lo ha querido Dios, que no tiene reparo en hacer de pobres y pecadores sus amigos e instrumentos para la redención del género humano. La santidad de la Iglesia es ante todo la santidad objetiva de la misma persona de Cristo, de su evangelio y de sus sacramentos, la santidad de aquella fuerza de lo alto que la anima e impulsa. Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar.
Meditad bien este misterio de la Iglesia, viviendo los años de vuestra formación con profunda alegría, en actitud de docilidad, de lucidez y de radical fidelidad evangélica, así como en amorosa relación con el tiempo y las personas en medio de las que vivís. Nadie elige el contexto ni a los destinatarios de su misión. Cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo. Por eso, en cualquier circunstancia en la que se halle, y por dura que esta sea, el sacerdote ha de fructificar en toda clase de obras buenas, guardando para ello siempre vivas en su interior las palabras del día de su Ordenación, aquellas con las que se le exhortaba a configurar su vida con el misterio de la cruz del Señor.
Configurarse con Cristo comporta, queridos seminaristas, identificarse cada vez más con Aquel que se ha hecho por nosotros siervo, sacerdote y víctima. Configurarse con Él es, en realidad, la tarea en la que el sacerdote ha de gastar toda su vida. Ya sabemos que nos sobrepasa y no lograremos cumplirla plenamente, pero, como dice san Pablo, corremos hacia la meta esperando alcanzarla (cf.Flp 3,12-14).
Pero Cristo, Sumo Sacerdote, es también el Buen Pastor, que cuida de sus ovejas hasta dar la vida por ellas (cf. Jn 10,11). Para imitar también en esto al Señor, vuestro corazón ha de ir madurando en el Seminario, estando totalmente a disposición del Maestro. Esta disponibilidad, que es don del Espíritu Santo, es la que inspira la decisión de vivir el celibato por el Reino de los cielos, el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la obediencia sincera y sin disimulo.
Pedidle, pues, a Él, que os conceda imitarlo en su caridad hasta el extremo para con todos, sin rehuir a los alejados y pecadores, de forma que, con vuestra ayuda, se conviertan y vuelvan al buen camino. Pedidle que os enseñe a estar muy cerca de los enfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad. Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad, antes bien como una bella forma de realizar la vida humana en gratuidad y en servicio, siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altísima dignidad de la persona humana y, por consiguiente, sus defensores incondicionales. Apoyados en su amor, no os dejéis intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia. Puede que os menosprecien, como se suele hacer con quienes evocan metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran. Será entonces cuando una vida hondamente enraizada en Cristo se muestre realmente como una novedad y atraiga con fuerza a quienes de veras buscan a Dios, la verdad y la justicia.
Alentados por vuestros formadores, abrid vuestra alma a la luz del Señor para ver si este camino, que requiere valentía y autenticidad, es el vuestro, avanzando hacia el sacerdocio solamente si estáis firmemente persuadidos de que Dios os llama a ser sus ministros y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo las disposiciones de la Iglesia.

viernes, 19 de agosto de 2011

Discurso de Benedicto XVI en el Vía Crucis con los jóvenes en la Plaza de Cibeles

Escrito por Ecclesia Digital
viernes, 19 de agosto de 2011

MADRID - 19.08.2011 - 19:30
Plaza de Cibeles
Via Crucis
Texto original
Queridos jóvenes:
Con piedad y fervor hemos celebrado este Vía Crucis, acompañando a Cristo en su Pasión y Muerte. Los comentarios de las Hermanitas de la Cruz, que sirven a los más pobres y menesterosos, nos han facilitado adentrarnos en el misterio de la Cruz gloriosa de Cristo, que contiene la verdadera sabiduría de Dios, la que juzga al mundo y a los que se creen sabios (cf. 1 Co 1,17-19). También nos ha ayudado en este itinerario hacia el Calvario la contemplación de estas extraordinarias imágenes del patrimonio religioso de las diócesis españolas.

Son imágenes donde la fe y el arte se armonizan para llegar al corazón del hombre e invitarle a la conversión. Cuando la mirada de la fe es limpia y auténtica, la belleza se pone a su servicio y es capaz de representar los misterios de nuestra salvación hasta conmovernos profundamente y transformar nuestro corazón, como sucedió a Santa Teresa de Jesús al contemplar una imagen de Cristo muy llagado (cf. Libro de la vida, 9,1).
Mientras avanzábamos con Jesús, hasta llegar a la cima de su entrega en el Calvario, nos venían a la mente las palabras de san Pablo: «Cristo me amó y se entregó por mí» (Gál 2,20). Ante un amor tan desinteresado, llenos de estupor y gratitud, nos preguntamos ahora: ¿Qué haremos nosotros por él? ¿Qué respuesta le daremos? San Juan lo dice claramente:«En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos» (1 Jn 3,16). La pasión de Cristo nos impulsa a cargar sobre nuestros hombros el sufrimiento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes. Al contrario, se hizo uno de nosotros «para poder compadecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre… Por eso, en cada pena humana ha entrado uno que comparte el sufrir y padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento la con-solatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza» (Spe salvi, 39).
Queridos jóvenes, que el amor de Cristo por nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos. Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer. Las diversas formas de sufrimiento que, a lo largo del Vía Crucis, han desfilado ante nuestros ojos son llamadas del Señor para edificar nuestras vidas siguiendo sus huellas y hacer de nosotros signos de su consuelo y salvación.
«Sufrir con el otro, por los otros, sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de la humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo» (ibid.).
Que sepamos acoger estas lecciones y llevarlas a la práctica. Miremos para ello a Cristo, colgado en el áspero madero, y pidámosle que nos enseñe esta sabiduría misteriosa de la cruz, gracias a la cual el hombre vive. La cruz no fue el desenlace de un fracaso, sino el modo de expresar la entrega amorosa que llega hasta la donación más inmensa de la propia vida. El Padre quiso amar a los hombres en el abrazo de su Hijo crucificado por amor. La cruz en su forma y significado representa ese amor del Padre y de Cristo a los hombres. En ella reconocemos el icono del amor supremo, en donde aprendemos a amar lo que Dios ama y como Él lo hace: esta es la Buena Noticia que devuelve la esperanza al mundo.
Volvamos ahora nuestros ojos a la Virgen María, que en el Calvario nos fue entregada como Madre, y supliquémosle que nos sostenga con su amorosa protección en el camino de la vida, en particular cuando pasemos por la noche del dolor, para que alcancemos a mantenernos como Ella firmes al pie de la cruz.

Discurso de Benedicto XVI en el encuentro con profesores universitarios jóvenes en El Escorial

Escrito por Ecclesia Digital
viernes, 19 de agosto de 2011
SAN LORENZO DE EL ESCORIAL -19.08.2011 - 12:00
Basílica de San Lorenzo
Encuentro con profesores universitarios jóvenes
Señor Cardenal Arzobispo de Madrid,
Queridos Hermanos en el Episcopado,
Queridos Padres Agustinos,
Queridos Profesores y Profesoras,
Distinguidas Autoridades,
Amigos todos
Esperaba con ilusión este encuentro con vosotros, jóvenes profesores de las universidades españolas, que prestáis una espléndida colaboración en la difusión de la verdad, en circunstancias no siempre fáciles.
Os saludo cordialmente y agradezco las amables palabras de bienvenida, así como la música interpretada, que ha resonado de forma maravillosa en este monasterio de gran belleza artística, testimonio elocuente durante siglos de una vida de oración y estudio. En este emblemático lugar, razón y fe se han fundido armónicamente en la austera piedra para modelar uno de los monumentos más renombrados de España.
Saludo también con particular afecto a aquellos que en estos días habéis participado en Ávila en el Congreso Mundial de Universidades Católicas, bajo el lema: “Identidad y misión de la Universidad Católica”.
Al estar entre vosotros, me vienen a la mente mis primeros pasos como profesor en la Universidad de Bonn. Cuando todavía se apreciaban las heridas de la guerra y eran muchas las carencias materiales, todo lo suplía la ilusión por una actividad apasionante, el trato con colegas de las diversas disciplinas y el deseo de responder a las inquietudes últimas y fundamentales de los alumnos. Esta “universitas” que entonces viví, de profesores y estudiantes que buscan juntos la verdad en todos los saberes, o como diría Alfonso X el Sabio, ese “ayuntamiento de maestros y escolares con voluntad y entendimiento de aprender los saberes” (Siete Partidas, partida II, tít. XXXI), clarifica el sentido y hasta la definición de la Universidad.
En el lema de la presente Jornada Mundial de la Juventud: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (cf. Col2, 7), podéis también encontrar luz para comprender mejor vuestro ser y quehacer. En este sentido, y como ya escribí en el Mensaje a los jóvenes como preparación para estos días, los términos “arraigados, edificados y firmes” apuntan a fundamentos sólidos para la vida (cf. n. 2).
Pero, ¿dónde encontrarán los jóvenes esos puntos de referencia en una sociedad quebradiza e inestable? A veces se piensa que la misión de un profesor universitario sea hoy exclusivamente la de formar profesionales competentes y eficaces que satisfagan la demanda laboral en cada preciso momento. También se dice que lo único que se debe privilegiar en la presente coyuntura es la mera capacitación técnica. Ciertamente, cunde en la actualidad esa visión utilitarista de la educación, también la universitaria, difundida especialmente desde ámbitos extrauniversitarios. Sin embargo, vosotros que habéis vivido como yo la Universidad, y que la vivís ahora como docentes, sentís sin duda el anhelo de algo más elevado que corresponda a todas las dimensiones que constituyen al hombre. Sabemos que cuando la sola utilidad y el pragmatismo inmediato se erigen como criterio principal, las pérdidas pueden ser dramáticas: desde los abusos de una ciencia sin límites, más allá de ella misma, hasta el totalitarismo político que se aviva fácilmente cuando se elimina toda referencia superior al mero cálculo de poder. En cambio, la genuina idea de Universidad es precisamente lo que nos preserva de esa visión reduccionista y sesgada de lo humano.
En efecto, la Universidad ha sido, y está llamada a ser siempre, la casa donde se busca la verdad propia de la persona humana. Por ello, no es casualidad que fuera la Iglesia quien promoviera la institución universitaria, pues la fe cristiana nos habla de Cristo como el Logos por quien todo fue hecho (cf. Jn 1,3), y del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios. Esta buena noticia descubre una racionalidad en todo lo creado y contempla al hombre como una criatura que participa y puede llegar a reconocer esa racionalidad. La Universidad encarna, pues, un ideal que no debe desvirtuarse ni por ideologías cerradas al diálogo racional, ni por servilismos a una lógica utilitarista de simple mercado, que ve al hombre como mero consumidor.
He ahí vuestra importante y vital misión. Sois vosotros quienes tenéis el honor y la responsabilidad de transmitir ese ideal universitario: un ideal que habéis recibido de vuestros mayores, muchos de ellos humildes seguidores del Evangelio y que en cuanto tales se han convertido en gigantes del espíritu. Debemos sentirnos sus continuadores en una historia bien distinta de la suya, pero en la que las cuestiones esenciales del ser humano siguen reclamando nuestra atención e impulsándonos hacia adelante. Con ellos nos sentimos unidos a esa cadena de hombres y mujeres que se han entregado a proponer y acreditar la fe ante la inteligencia de los hombres. Y el modo de hacerlo no solo es enseñarlo, sino vivirlo, encarnarlo, como también el Logos se encarnó para poner su morada entre nosotros. En este sentido, los jóvenes necesitan auténticos maestros; personas abiertas a la verdad total en las diferentes ramas del saber, sabiendo escuchar y viviendo en su propio interior ese diálogo interdisciplinar; personas convencidas, sobre todo, de la capacidad humana de avanzar en el camino hacia la verdad. La juventud es tiempo privilegiado para la búsqueda y el encuentro con la verdad. Como ya dijo Platón: “Busca la verdad mientras eres joven, pues si no lo haces, después se te escapará de entre las manos” (Parménides, 135d). Esta alta aspiración es la más valiosa que podéis transmitir personal y vitalmente a vuestros estudiantes, y no simplemente unas técnicas instrumentales y anónimas, o unos datos fríos, usados sólo funcionalmente.
Por tanto, os animo encarecidamente a no perder nunca dicha sensibilidad e ilusión por la verdad; a no olvidar que la enseñanza no es una escueta comunicación de contenidos, sino una formación de jóvenes a quienes habéis de comprender y querer, en quienes debéis suscitar esa sed de verdad que poseen en lo profundo y ese afán de superación. Sed para ellos estímulo y fortaleza.
Para esto, es preciso tener en cuenta, en primer lugar, que el camino hacia la verdad completa compromete también al ser humano por entero: es un camino de la inteligencia y del amor, de la razón y de la fe. No podemos avanzar en el conocimiento de algo si no nos mueve el amor; ni tampoco amar algo en lo que no vemos racionalidad: pues “no existe la inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor” (Caritas in veritate, n. 30).
Si verdad y bien están unidos, también lo están conocimiento y amor. De esta unidad deriva la coherencia de vida y pensamiento, la ejemplaridad que se exige a todo buen educador.
En segundo lugar, hay que considerar que la verdad misma siempre va a estar más allá de nuestro alcance.
Podemos buscarla y acercarnos a ella, pero no podemos poseerla del todo: más bien, es ella la que nos posee a nosotros y la que nos motiva. En el ejercicio intelectual y docente, la humildad es asimismo una virtud indispensable, que protege de la vanidad que cierra el acceso a la verdad. No debemos atraer a los estudiantes a nosotros mismos, sino encaminarlos hacia esa verdad que todos buscamos. A esto os ayudará el Señor, que os propone ser sencillos y eficaces como la sal, o como la lámpara, que da luz sin hacer ruido (cf. Mt 5,13-15).
Todo esto nos invita a volver siempre la mirada a Cristo, en cuyo rostro resplandece la Verdad que nos ilumina, pero que también es el Camino que lleva a la plenitud perdurable, siendo Caminante junto a nosotros y sosteniéndonos con su amor. Arraigados en Él, seréis buenos guías de nuestros jóvenes. Con esa esperanza, os pongo bajo el amparo de la Virgen María, Trono de la Sabiduría, para que Ella os haga colaboradores de su Hijo con una vida colmada de sentido para vosotros mismos y fecunda en frutos, tanto de conocimiento como de fe, para vuestros alumnos.

Homilía Agosto 19, 2011


S. Juan Eudes, sacerdote, Ago 19
Viernes, Semana 20, Tiempo ordinario I
Evangelio: San Mateo 22:34-40
Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.» 

Frases del Papa Benedicto XVI

No podemos avanzar en el conocimiento de algo sino nos mueve el Amor. No existe primero la inteligencia y después el Amor ,existe el Amor rico en inteligencia y una inteligencia llena de Amor.
Ha dicho hoy el Santo Padre.

jueves, 18 de agosto de 2011

El Papa Benedicto XVI su discurso en Madrid


Discurso de Benedicto XVI en Cibeles. JMJ 2011
Alocución del Papa Benedicto XVI en Cibeles tras la proclamación del Evangelio en la fiesta y liturgia de acogida de los jóvenes de la JMJ 2011 Madrid (18 de agosto de 2011)
Autor: S.S Benedicto XVI | Fuente:  www.revistaecclesia.com


Queridos
amigos:
Agradezco las cariñosas palabras que me han dirigido los jóvenes representantes de los cinco continentes. Y saludo con afecto a todos los que estáis aquí congregados, jóvenes de Oceanía, África, América, Asia y Europa; y también a los que no pudieron venir. Siempre os tengo muy presentes y rezo por vosotros. Dios me ha concedido la gracia depoder veros y oíros más de cerca, y de ponernos juntos a la escucha de su Palabra.
En la lectura que se ha proclamado antes, hemos oído un pasaje del Evangelio en que se habla de acoger las palabras de Jesús y de ponerlas en práctica. Hay palabras que solamente sirven para entretener, y pasan como el viento; otras instruyen la mente en algunos aspectos; las de Jesús, en cambio, han de llegar al corazón, arraigar en él y fraguar toda la vida. Sin esto, se quedan vacías y se vuelven efímeras. No nos acercan a Él. Y, de este modo, Cristo sigue siendo lejano, como una voz entre otras muchas que nos rodean y a las que estamos tan acostumbrados. El Maestro que habla, además, no enseña lo que ha aprendido de otros, sino lo que Él mismo es, el único que conoce de verdad el camino del hombre hacia Dios, porque es Él quien lo ha abierto para nosotros, lo ha creado para quepodamos alcanzar la vida auténtica, la que siempre vale la pena vivir en toda circunstancia y que ni siquiera la muerte puede destruir. El Evangelio prosigue explicando estas cosas con la sugestiva imagen de quien construye sobre roca firme, resistente a las embestidas de las adversidades, contrariamente a quien edifica sobre arena, tal vez en un paraje paradisíaco, podríamos decir hoy, pero que se desmorona con el primer azote de los vientos y se convierte en ruinas.
Queridos jóvenes, escuchad de verdad las palabras del Señor para que sean en vosotros «espíritu y vida» (Jn 6,63), raíces que alimentan vuestro ser, pautas de conducta que nos asemejen a la persona de Cristo, siendo pobres de espíritu, hambrientos de justicia, misericordiosos, limpios de corazón, amantes de la paz. Hacedlo cada día con frecuencia, como se hace con el único Amigo que no defrauda y con el que queremos compartirel camino de la vida. Bien sabéis que, cuando no se camina al lado de Cristo, que nos guía, nos dispersamos por otras sendas, como la de nuestros propios impulsos ciegos y egoístas, la de propuestas halagadoras pero interesadas, engañosas y volubles, que dejan el vacío y la frustración tras de sí.
Aprovechad estos días para conocer mejor a Cristo y cercioraros de que, enraizados en Él, vuestro entusiasmo y alegría, vuestros deseos de ir a más, de llegar a lo más alto, hasta Dios, tienen siempre futuro cierto, porque la vida en plenitud ya se ha aposentado dentro de vuestro ser. Hacedla crecer con la gracia divina, generosamente y sin mediocridad, planteándoos seriamente la meta de la santidad. Y, ante nuestras flaquezas, que a veces nos abruman, contamos también con la misericordia del Señor, siempre dispuesto a darnos de nuevo la mano y que nos ofrece el perdón enel sacramento de la Penitencia.
Al edificar sobre la roca firme, no solamente vuestra vida será sólida y estable, sino que contribuirá a proyectar la luz de Cristo sobre vuestros coetáneos y sobre toda la humanidad, mostrando una alternativa válida a tantos como se han venido abajo en la vida, porque los fundamentos de su existencia eran inconsistentes. A tantos que se contentan con seguir las corrientes de moda, se cobijan en el interés inmediato, olvidando la justicia verdadera, o se refugian en pareceres propios en vez de buscar la verdad sin adjetivos.
Sí, hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos.
Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante unpaso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento. Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios. Nosotros, en cambio, sabemos bien que hemos sido creados libres, a imagen de Dios, precisamente para que seamos protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien, responsables de nuestras acciones, y no meros ejecutores ciegos, colaboradores creativos en la tarea de cultivar y embellecer la obra de la creación. Dios quiere un interlocutor responsable, alguien que pueda dialogar con Él y amarle. Por Cristo lo podemos conseguir verdaderamente y, arraigados en Él, damos alas a nuestra libertad. ¿No es este el gran motivo de nuestra alegría? ¿No es este un suelo firme para edificar la civilización del amor y de la vida, capaz de humanizar a todohombre?
Queridos amigos: sed prudentes y sabios, edificad vuestras vidas sobre el cimiento firme que es Cristo. Esta sabiduría y prudencia guiará vuestros pasos, nada os hará temblar y en vuestro corazón reinará la paz. Entonces seréis bienaventurados, dichosos, y vuestra alegría contagiará a los demás. Se preguntarán por el secreto de vuestra vida y descubrirán que la roca que sostiene todo el edificio y sobre la que se asienta toda vuestra existencia es la persona misma de Cristo, vuestro amigo, hermano y Señor, el Hijo de Dios hecho hombre, que da consistencia a todo el universo. Él murió por nosotros y resucitó para que tuviéramos vida, y ahora, desde el trono del Padre, sigue vivo y cercano a todos los hombres, velando continuamente con amor por cada uno de nosotros.
Encomiendo los frutos de esta Jornada Mundial de la Juventud a la Santísima VirgenMaría, que supo decir «sí» a la voluntad de Dios, y nos enseña como nadie la fidelidad a su divino Hijo, al que siguió hasta su muerte en la cruz.
Meditaremos todo esto más detenidamente en las diversas estaciones del Via crucis. Y pidamos que, como Ella, nuestro «sí» de hoy a Cristo sea también un «sí» incondicional a su amistad, al final de esta Jornada y durante toda nuestra vida.
Muchas gracias.


Misal de Madrid !!!!!!!!!!!!

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Homilia Agosto 18, 2011

Jueves, Semana 20, Tiempo ordinario I (Ago 18)
Evangelio: San Mateo 22:1-14
Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: `Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda.' Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se enojó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: `La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.' Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. «Cuando entró el rey a ver a los comensales vio allí uno que no tenía traje de boda; le dice: `Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?' Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: `Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.' Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»

miércoles, 17 de agosto de 2011

Homilía Agosto 17, 2011

Miércoles, Semana 20, Tiempo ordinario I (Ago 17)
Evangelio: San Mateo 20:1-16
«En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: `Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.' Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo. Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontar a otros que estaban allí, les dice: `¿Por qué estáis aquí todo el día parados?' Dícenle: `Es que nadie nos ha contratado.' Díceles: `Id también vosotros a la viña.' Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: `Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros.' Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, diciendo: `Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor.' Pero él contestó a uno de ellos: `Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?'. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos.» 

martes, 16 de agosto de 2011

Homilía Agosto 16, 2011

S. Esteban de Hungría, Ago 16
Martes, Semana 20, Tiempo ordinario I
Evangelio: San Mateo 19:23-30
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos.» Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Jesús, mirándolos fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible.»  Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?» Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o campos por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna. «Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros.» 

lunes, 15 de agosto de 2011

Homilía Agosto 15, 2011


Evangelio: San Lucas 1:39-56
En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»  Y dijo María: «Alaba mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor cosas grandes el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los de corazón altanero. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos con las manos vacías. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abrahán y de su linaje por los siglos.» María se quedó con ella unos tres meses, y luego se volvió a su casa. 

domingo, 14 de agosto de 2011

Homilía Agosto 14, 2011

Domingo, Semana 20, Tiempo ordinario A (Ago 14)
Evangelio: San Mateo 15:21-28
Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón. En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.» Pero él no le respondió palabra.Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Despídela, que viene gritando detrás de nosotros.» Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.» Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!» Él respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.» «Sí, Señor -repuso ella-, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.» Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija. 

viernes, 12 de agosto de 2011

19 años de Vida Sacerdotal


Rev. Padre José A. López Vega
Gracias Señor, es la expresión que nace del Alma del que se sabe que
posee un Don inmerecido y que le supera, Gracias, es la palabra
pequeña en tamaño pero grande en contenido cuando quiere expresar el
deseo de un corazón que se siente en deuda con quien tanto le ha
regalado.
Hoy le doy gracias al Señor por mis 19 años de vida sacerdotal, por
todo lo que en mi camino sacerdotal  Él me ha ido mostrando en
misericordia y bondad. Gracias a todos aquellos que entienden y los que
no entienden la labor que intendo realizar a unos y otros gracias pues
de una forma u otra me hacen crecer. Gracias por ser parte de todo
este engranaje Divino del que se sirve el Señor para mostrar a sus
hijos su grande Amor. Gracias
Momento Especial
Hoy vive nuestra comunidad parroquial un momento histórico y muy
especial, dos de sus hijos comienzan su itinerario formativo en el
Seminario donde irán profundizando y madurando su vocación a la vida
Sacerdotal. Es un desprendimiento que cuesta tanto a sus familias de
sangre como a su familia espiritual que es la Parroquia, pues todavía
nos parece verlos vestidos de sotana tan diminutos y frágiles por todo
el templo caminando de un lado para otro, hoy ya han crecido y
libremente han decidido entregar su vida enteramente al Señor, por eso
estamos de fiesta y con gozo pleno en nuestro corazón le decimos al
Señor : Te entregamos hoy estos dos retoños nacido del gran Arbol de
la Iglesia expresada en la comunidad Parroquial, guardalos siempre en
su camino y protege todas sus sendas. Hazlos cada vez mas tuyos y
cólmalos de gracia y virtud. Hoy nos comprometemos contigo Señor,
asumimos la tarea de acompañarles y sostenerle en su proceso
formativo. A la vez que intensificamos la oración por las Vocaciones
para que pronto sean más los que sigan sus pasos. Gracias Señor…

Semana Del Cristiano

Seguiremos una buena manera de Santificar cada dia da la Semana

LUNES
Dedicado a rogar por las almas del pugatorio.
  • Rogando por las almas de nuestros parientes, amigos y bienhechores.
  • Ofreviendo por ellos la Santa Misa, comunion y Santo Rosario.
  • Visitando el cementerio y rezando el Responso.
MARTES
Dedicado a nuestro Ángel Cuntodio.
  • Cuidando de modo especial el trato amistoso y reverencial.
  • Acidiendo a él en todas nuestras necesidades y tenciones
  • Encomendado a sus ángeles a las personas que tratamos hoy.
MIERCOLES
Dedicado al glorioso Patriarca San José
  • Invocandolo a lo largo del día con diversas jaculatorias.
  • Rezando las oraciones que se le ofrescan.
  • Suplicandole nos conceda una buena y santa Muerte.
JUEVES
Dedicado al Santicimo Sacramento del Altar.
  • Cuidando especialmente la preparacion de la Misa y Cominión.
  • Haciendo meditacion sobre algún tema Eucaristico.
  • Rezando por el aumento y Santidad de las Vocaciones Sacerdotales y Religiosas.
  • Viviendo el Jueves Sacerdotal.
VIERNES
Dedicado a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
  • Meditando algún pasaje de la pasion y muerte del Señor.
  • Haciendo algún acto de mortificacion corporal.
  • Rezando el Via Crucis y el Via Matriz
SÁBADO
Dedicado a la Santicima Virgen María
  • Rezando alguna parte del Santo Rosario.
  • Visitando algún Santuario, Iglesia, Capilla, Gruta o Ermita donde se venera una imagen suya.
  • Invocandola frecuentemente con el rezo de jaculatorias.
  • Rezando o cantando la Salve.
DOMINGO
Dedicado a honrar a la Santicima Trinidad.
  • Asistiendo con fervor a la Santa Misa con toda la familia y comulgando en ella.
  • Viviendo el descanso y la meditacion de la palabra en familia.

Homilía Agosto 12, 2011

S. Juana Francisca de Chantal, Ago 12
Viernes, Semana 19, Tiempo ordinario I
Evangelio: San Mateo 19:3-12
Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: «¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?» Él respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.» Dícenle: «Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?» Díceles: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer -no por fornicación- y se case con otra, comete adulterio.»  Dícenle sus discípulos: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse.» Pero él les dijo: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que fueron hechos tales por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda.» 

jueves, 11 de agosto de 2011

Homilía Agosto 11, 2011

S. Clara, virgen, Ago 11
Jueves, Semana 19, Tiempo ordinario I
Evangelio: San Mateo 18:21-35; 19:1-1Pedro se acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.»  «Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: `Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.' Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó ir y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: `Paga lo que debes.' Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: `Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.' Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: `Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?' Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.» 
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

Adoración Eucarística



VISITA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Muchos cristianos tienen costumbre, a lo largo del día, de detenerse en la iglesia para hacer una visita a Jesus Sacramentado.  Son momentos de intimidad con el Señor, en los que el fiel se ejercita brevemente en la oración personal, pide ayuda, da gracias, etc.  Ante el Santísimo hemos de expresar en primer lugar nuestra fe.  En el Sagrario se nos entrega Jesús bajo las especies del pan.  Nos espera y desea que vayamos a verle.  Cuando estamos delante de Él esta atentísimo a lo que queremos decirle: una jaculatoria, un acto de fe, una petición, un acto de desagravio o reperación.  Allí, en el Sagrario, está el mismo Jesús de Nazaret, el Hijo de María.  El tiene todo lo que nos falta y necesitamos.

Rezar tres veces

V. Viva Jesus sacramentado.
R. Viva y de todos sea amado.
Padre nuestro...
Avemaría...
Gloria...

Comunión Espiritual

V. Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibio vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los Santos.

EXPOSICIÓN Y BENDICIÓN EUCARÍSTICA

Durante el tiempo de la exposición, se dirán oraciones, cantos y lecturas, de tal que los fieles, recogidos en oración, se dediquen exclusivamente a Cristo Señor.
Para alimentar una profunda oración, se deben aprovechar las lecturas de la sagrada Escritura, con la homilia, o breves exhortaciones, que promueven un mayor aprecio del misterio eucarístico.  Es también conveniente que los fieles respondan a la palabra de Dios, cantando.  Se necesita que se guarde piadoso silencio en momentos oportunos.
Ante el Santísimo Sacramento expuesto por largo tiempo, se puede celebrar también alguna parte, especialmente las horas mas importantes de la Liturgia de las Horas; por medio de esta recitación se prolonga a las distintas horas del día la alabanza y la acción de gracias que se tributan a Dios en la celebración de la Misa, y las súplicas de la Iglesia se dirigen a Cristo y por Cristo al Padre, en nombre de todo el mundo.

LA BENDICIÓN

Al final de la adoración, el sacerdote o el diácono se acerca al altar; hace genuflexión, se arrodilla y se incoa este himno u otro cántico eucarístico.

Mientras tanto, arrodillado, el ministro inciensa el Santísimo Sacramento, si la exposición se hizo con la custodia.

V. Les diste pan del cielo.
R. Que contiene en si todo deleite.

Luego se pone de pie y dice:
Oremos.
Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejastes el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención.  Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.

BENDICIÓN EUCARÍSTICA

Una vez que ha dicho la oración, el sacerdote o el diácono toma el paño de hombros, hace genuflexión, toma la custodia o el copón, y sin decir nada, traza con el Sacramento la señal de la cruz sobre el pueblo.

ALABANZAS DE DESAGRAVIO

Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea el Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendito sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San Jose, su castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

LA RESERVA

Concluida la bendición, el mismo sacerdote o el diácono que impartió la bendición u otro sacerdote o diácono, reserva el Sacramento en el tabarnáculo, y hace genuflexión, en tanto que el pueblo, si parece oportuno, puede hacer alguna aclamación.  Finalmente el ministro se retira.

TAMTUM ERGO

Tantum ergo Sacramentum
veneremur cernui:
et antiquum documentum
novo cedat ritui:
praestet fides supplementum
sensuum defectui.

Genitori, Genitoque
laus et iubilatio,
salus, honor, virtus quoque
sit et benedictio:
procedenti ab utroque
compar sit laudatio. 

Amen.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Homilía Agosto 10, 2011

S. Lorenzo, diácono y mártir, Ago 10
Miércoles, Semana 19, Tiempo ordinario I
Evangelio: San Juan 12:24-26
En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.

El uso de misales y hojas en la Santa Misa



Columna de teología litúrgica dirigida por Mauro Gagliardi
Por Paul Gunter, O.S.B., profesor en el Pontificio Instituto Litúrgico de Roma y Consultor de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice.
ROMA, viernes 20 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- El uso de los misales por parte de los fieles laicos, al menos en los principales países europeos, se practica desde hace más de dos siglos. En los países que conocieron persecuciones religiosas, la posesión de tales libros representaba, para los opositores de la fe católica, una prueba suficiente de adhesión al “papismo”.
Entre 1788 y 1792 aparecieron traducciones en italiano de la Misa, tanto del rito ambrosiano como del romano, con el añadido de explicaciones sobre las principales fiestas, contenidas dentro de una guía a la oración para los fieles devotos. Hechos similares tuvieron lugar en Francia y en Alemania y se desarrollaron rápidamente, inspirados por las iniciativas litúrgicas de Prosper Guéranger, en el siglo XIX. El uso de pequeños misales favoreció un apego a la liturgia que introdujo a aquellos que sabían leer en los meandros de la liturgia celebrada en latín. Los misales a menudo incluían los textos de las vísperas del domingo, que se convirtieron en práctica de muchas parroquias especialmente en Francia, en los Países Bajos y en Alemania. Durante el siglo XX, estos subsidios fueron enriquecidos progresivamente con material catequético sobre el año litúrgico, comentarios a la Sagrada Escritura y textos eucológicos.
Actualmente, en las celebraciones según la “forma extraordinaria” (o de san Pío V), los misales se consideran un requisito previo, no sólo como medio de participación en el conocimiento de los textos eucológicos, que a menudo son intencionalmente leídos en silencio, sino, más importante aún, como instrumentos para seguir los textos de la Escritura, como también de algunos ritos particulares ligados a ciertos días. Estos contienen una versión abreviada de las rúbricas del Misal del altar y proporcionan una colección de textos e ilustraciones de arte sacro que apoyan la oración y ayudan a reducir las inevitables distracciones.
En el contexto de la “forma ordinaria” (o de Pablo VI), el fin de los misales de cara a la participación en la Misa es menos claro. A pesar de que muchas personas [sobre todo fuera de Italia, ndt] decidan tener uno, quizás inspirados en el ejemplo del pasado, la hermenéutica de la participación ha cambiado. Este cambio ha influido en los fieles hasta el punto de que muchos de ellos han dejado simplemente de usarlos. A pesar de ello, el misal sigue siendo de ayuda para los sordos y para aquellas situaciones particulares en las que la proclamación de los textos es incomprensible.
La mayoría de los católicos se ha dado cuenta de que el movimiento litúrgico del siglo XX ha luchado por la reforma de la liturgia. Pocos han apreciado el hecho de que, cuando la Sacrosanctum Concilium (SC) ha invocado la reforma de la liturgia, lo hizo pidiendo que la reforma fuese acompañada de la promoción del culto litúrgico (cf. n. 1). Con este objetivo, era necesario que la liturgia comunica efectivamente lo que celebra, para que las mentes y los corazones de quienes toman parte en ella fuesen capaces de articular lo que era promovido. Esta hermenéutica sustenta la directiva de SC 11: “los pastores de almas deben vigilar para que en la acción litúrgica no sólo se observen las leyes relativas a la celebración válida y lícita, sino también para que los fieles participen en ella consciente, activa y fructuosamente”.
Después del Vaticano II, los pequeños misales perdieron mucho de su papel en la promoción de la vida litúrgica, dado que los fieles aprendieron las partes aprendieron las partes de la celebración que les correspondían y a recitarlas juntos “de forma comunitaria” (SC 21). Las lecturas son proclamadas ahora en voz alta y con el apoyo de sistemas de amplificación, desde un ambón dirigido hacia la asamblea. Muchos de quienes seguían antes los textos sobre los misales, se convirtieron en los pioneros del n. 29 de SC, porque, siendo ahora lectores, han descubierto una nueva y “sincera piedad”, al encontrarse ejerciendo una verdadera función litúrgica. El clero, animado por SC 24, ha comenzado a predicar de un modo ideal sobre la Escritura proclamada, con el resultado que desde los sermones se ha pasado a las homilías, arraigadas en la predicación litúrgica y destinadas a hacer accesible la palabra de Dios proclamada. En consecuencia, en la medida en que se hacían familiares con los ritos, los fieles necesitaban cada vez menos leer material de apoyo, que les diese indicaciones estructurales. Ellos habían mayormente dejado de lado los misales. Irónicamente, sin embargo, el uso de misales y de folletos va a volver a empezar, pues las parroquias deberán pronto utilizar las nuevas traducciones de la tercera edición del Misal Romano.
Es desalentador que muchas parroquias se hayan servido durante tantos años de folletos preparados de semana en semana. El desorden generado por ellos no sólo disminuye fuertemente el valor de un espacio armónico de recogimiento dentro del edificio sagrado; sino que ellos mismos se presentan a menudo mal redactados. Algunos editores de folletos añaden estrofas de cantos del todo irrelevantes respecto a los textos litúrgicos. La confianza depositada en estos cantos ha ayudado ciertamente a evitar enfrentarse con el reto, que se presenta de forma muy intensa, respecto al hecho de que hoy se canta de todo, pero se han perdido o descartado textos de las antífonas de entrada y de comunión. Además, la dignidad reconocida a las Escrituras no se valora de hecho cuando la asamblea gira la página del folleto, quizás a medias de la segunda lectura.
Queda por ver si la renovación en la publicación de los misales para la “forma ordinaria”, a la luz de las próximas traducciones nuevas, inaugurará un nuevo interés hacia un uso difundido de ellos a largo plazo. Lo que es cierto es que estas publicaciones necesitan empaparse del espíritu de la liturgia y promover la conformidad con lo q ue la Iglesia pide de nosotros, en esta renovada oportunidad para una auténtica catequesis sobre la Misa, ofrecida por las sugerencias procedentes de las nuevas traducciones. Para que los fieles sean reconducidos a una verdadera “plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas”(SC 14), es necesario aquellos a quienes se han confiado las mejoras del nuevo Misal “aprendan al mismo tiempo a observar las leyes litúrgicas”(SC 17). Entonces, los misales pequeños y cualquier otro material suplementario, resplandecerá como faro de unidad, es decir, de una liturgia celebrada, fielmente reformada y promovida de tal forma que se enseñe “tanto bajo el aspecto teológico e histórico como bajo el aspecto espiritual, pastoral y jurídico”(SC 16).