Invitacion

* Si deseas acompañarnos al 50.o Congreso Eucarístico Internacional a celebrarse del 10 al 17 de Junio de 2012 en la ciudad de Dublin, Irlanda, puedes enviarnos tu información a nuestro correo: jalop311@gmail.com

* MISIÓN EUCARÍSTICA - Si quieres conocer mas sobre la Mision Eucarística y como colaborar en ella, formándote y llevando a cabo un apostolado eucarístico concreto y urgentemente necesario en la Iglesia. Nos reunimos cada sábado en el centro eucarístico en el Sector Vista Alegre. Comunícate y entrevistate conmigo, Rev. Padre José Lopez Vega.



* SANTO DEL DÍA !!!

lunes, 8 de agosto de 2011

La Eucaristía en el Concilio Vaticano II




En el concilio Vaticano II se sintetizan diversas perspectivas de interpretación de la Eucaristía que, en su conjunto, presentan una visión armónica de la totalidad de sentido del sacramento. Esto lo podemos ver reflejado en un texto centrar del concilio:




Un anticipo de esta esperanza y una ayuda para este camino la dejó el Señor a los suyos en aquel sacramento de fe, en el que los elementos de la naturaleza, cultivados por el hombre, se transforman en su Cuerpo y Sangre gloriosos, en la cena de comunión fraterna y pregustación del convite celestial.

Constitución "Gaudium et Spes", 38


Este texto toma un punto de vista ontológico -se fija en la esencia de las cosas- cuando se habla de la transformación del pan y el vino en el Cuerpo y Sangre gloriosos de Cristo. Esta presencia real de Cristo glorioso renueva el misterio pascual de su muerte y resurrección, sacrificio que establece la nueva Alianza. En la Eucaristía el acto simbólico del cenáculo en el que Jesús prefiguró su entrega por la salvación del mundo se hace presente a la Iglesia por la transformación de los elementos naturales en el Cuerpo y la Sangre del Señor glorioso.


Pero la presencia del Señor en la Eucaristía no es un simple hecho objetivo que simplemente haya que tener en cuenta. Como hemos visto antes es presencia salvadora, presencia que da vida a la Iglesia. Por eso la Eucaristía es también presentada, desde un punto de vista existencial como cena de comunión fraterna. La comunión ritual con el cuerpo y la sangre del Señor genera la unión fraterna entre los participantes. No es sólo lugar de presencia, sino también de acción de Cristo que, en el banquete fraterno, nos hace hermanos. En la Eucaristía el Espíritu de Cristo presente hace de la Iglesia una auténtica familia, unida por lazos aún mas fuertes que los de la carne y la sangre naturales. La Iglesia es comunidad de hermanos porque el fundamento de su unidad proviene de la Carne y la Sangre entregadas de Cristo.


Esto quiere decir que la comida eucarística tiene también un efecto en la vida normal del cristiano, es ayuda para su camino. Si la Eucaristía es banquete de hermanos, representa en el mundo un contrasigno de las divisiones que experimentamos en la humanidad. La Eucaristía es fuerza para negar el amor propio y abrirse a la comunión de los hermanos en una práctica real y eficaz de transformación del mundo. La Eucaristía está dirigida a ayudar a los cristianos no sólo a dar gracias al Padre por el don que Jesús hace de sí mismo, y que les es comunicado, sino también a que practiquen diversas formas de compartir, que reflejen la voluntad de Jesús de transformar el mundo. El rito es, de este modo, un acto espiritual que provoca un camino de justicia en el mundo. La Iglesia se hace en la Eucaristía responsable de su propio destino como comunidad llamada a compartir su realidad y sus bienes con los demás, presentando un signo de fraternidad frente al egoísmo de los ricos de este mundo.

Finalmente la Eucaristía es pregustación del convite celestial. En la Eucaristía tenemos la anticipación real del cumplimiento de nuestra esperanza, podemos vivir realmente lo que será, al fin de los tiempos, el banquete de la humanidad reunida en torno a la mesa del Señor. Cada vez que la Iglesia reunida en la liturgia eucarística rompe el pan y distribuye el vino de la nueva creación y prolonga este gesto ritual en el mundo mediante actos de solidaridad y generosidad, ofrece un signo incomparable de la unión final que se colmará en el futuro y ya se halla inicialmente realizada en la celebración sacramental.




Conclusión final: La Eucaristía, resumen de la vida cristiana

En la Eucaristía podemos encontrar un resumen vivo de la totalidad de lo que es la vida cristiana, es decir, no una realidad que debamos ni podamos analizar en su totalidad, pero sí una experiencia que podemos vivir y, a través de la vivencia comprender. En primer lugar podemos descubrir en la celebración eucarística la auténtica realidad de Dios. A través de la presencia real de Cristo en las especies eucarísticas el cristiano puede tener una experiencia de que Dios es el que se entrega para la salvación de la humanidad, el que no ha querido existir para sí mismo, sino que ha querido desbordar su amor sobre el mundo. Sólo puede comprender verdaderamente la realidad de Dios el que experimenta su presencia activa y salvadora en la Eucaristía y, a través de ella, comprende lo que Dios es y hace en la totalidad de su vida.




También encontramos la oportunidad de vivir lo que es la Iglesia, comunidad de hermanos reunida en torno al Señor. El ser más profundo de la Iglesia como asamblea reunida por la Palabra y la acción del Señor se realiza de la forma más completa en la celebración en la que la comunidad de los hermanos se reúne en torno a la mesa del Señor. La Iglesia es una comunidad que se realiza en la celebración del acontecimiento de salvación por Cristo. La Eucaristía, siendo al mismo tiempo la realización sacramental más completa de la salvación y de nuestra participación en ella, es el lugar en el que la Iglesia se realiza como comunión con Dios y con los hermanos. Podemos decir que, aunque la Iglesia hace la Eucaristía, es, sobre todo, la Eucaristía la que hace a la Iglesia al darle su realidad más profunda y plena. No se trata sólo de que los cristianos signifiquen lo que es su vida en el mundo a través de la celebración eucarística, sino que también es la celebración eucarística la que da contenido y significado pleno a la vida y el compromiso de los cristianos en el mundo.


Pero no sólo se trata de lo que es Dios y lo que es la Iglesia, la Eucaristía nos da un contraste para contemplar lo que podemos ser y aún no experimentamos. Es un impulso para hacer un mundo nuevo, un mundo de hermanos que comparten a imagen del hermano mayor que nos reúne en torno a su mesa. En la Eucaristía encontramos una llamada a transformar el mundo a imagen de Cristo. Si la celebración de la salvación no nos saca de nosotros mismos y nos hace buscar al necesitado estamos negando su plenitud como realidad salvadora y transformadora de la totalidad de la creación.


Finalmente la Eucaristía nos desvela lo que podemos esperar de la salvación de Dios presente en el mundo: La construcción definitiva del reino que ya experimentamos en la celebración sacramental. El contenido de la esperanza cristiana se hace real y tangible en la celebración de la Eucaristía. No esperamos algo que desconocemos, sino algo que vivimos cada vez que nos reunimos en el nombre del Señor a celebrar su banquete. Ante las dudas sobre el futuro del hombre y de la humanidad el cristiano dirige su mirada a la celebración eucarística y en ella encuentra la seguridad y la presencia de lo que Dios promete al mundo, una vida plena y compartida para una humanidad fraterna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario